Ciudades suizas: cambiando el hormigón por el verde
Con la introducción de las terrazas verdes, los parques de bolsillo y los campos de flores, ciudades suizas como Ginebra y Lausana están utilizando la naturaleza urbana para ayudar a lidiar con el cambio climático.
Los pueblos y ciudades de Suiza se están sobrecalentando. Las olas de calor de los últimos años son un duro recordatorio de que las ciudades y el calentamiento global no se llevan bien. Según el informe CH2018, si no logramos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero nuestro verano típico en 2050 estará marcado por sequías prolongadas intercaladas con lluvias torrenciales.
Esto presenta un enorme desafío para las ciudades, donde la mala circulación del aire, la falta de sombra y las elevadas emisiones de gases de efecto invernadero se combinan para crear 'islas de calor urbanas'. El microclima resultante en una ciudad puede ser de 5 a 10°C más elevado que en la campiña circundante. En épocas de olas de calor, esto puede tener un impacto fundamental en la salud y el bienestar de los habitantes. La solución, aparentemente, es dejar que la naturaleza recupere su lugar entre la expansión del hormigón.
En todo Suiza, los espacios verdes se integran cada vez más en el planeamiento urbanístico en un esfuerzo por detener el impacto del calentamiento global. Traer más naturaleza a las ciudades es una forma de contrarrestar el efecto isla de calor, mejorar la calidad del aire, retener el agua del suelo, crear espacios habitables sostenibles y proteger la biodiversidad, sin mencionar que las calles lucen mejor. Afortunadamente hay muchas maneras de traer la naturaleza a nuestras ciudades.
La 'red verde' de Ginebra
Rodeada de un lado por montañas a lo largo de la frontera con Francia y del otro por el lago que lleva su nombre, Ginebra ha adoptado un enfoque disperso y desarrolló una serie de parques de bolsillo por toda la ciudad. Si bien un tercio de los terrenos públicos ya eran verdes, estaban muy descoordinados. La ciudad ahora puso el foco en recuperar los espacios no construidos, de a un metro cuadrado por vez, y donde no se puede mover el hormigón se han instalado enormes maceteros.
El plan estratégico de vegetalización de Ginebra lanzado el 3 de julio establece los parámetros para la 'red verde' de la ciudad. Guillaume Barazzone, miembro del consejo administrativo e iniciador del programa Urbanature, está encantado de que se haya alcanzado este hito. "Ya no se trata solo de construir sin parar: ahora también tenemos que hacer lugar para la naturaleza". Estima que Ginebra deberá invertir hasta CHF 100 millones a lo largo de los próximos 15 años para alcanzar sus objetivos verdes.
Árboles del sur de Europa
Los árboles que crecen a lo largo de una calle pueden reducir la temperatura ambiente un promedio de 2°C, pero se necesitan unos 20 años para que los árboles alcancen todo su potencial. Con esto en mente, la ciudad de Ginebra está planificando para un futuro más cálido. Según el informe CH2018, podemos esperar que las temperaturas aumenten un promedio de 1,8 a 3,3°C en invierno y 2,3 a 4,4°C en verano. Esto afectará el desarrollo de las especies nativas. Por lo tanto, para preservar sus 'pulmones verdes', Ginebra ha comenzado a plantar otros árboles mejor adaptados al cambio climático, como el celtis occidentalis, una especie nativa del sur de Europa.
Jardines elevados en Lausana
Lausana cuenta con 26m2 de espacio verde urbano por habitante. Con el lago de Ginebra (también llamado lago Leman) al sur y el bosque de Jorat al norte, la ciudad ya tiene un regulador natural del calor. Pero como en cualquier área urbana, tienden a aparecer micro islas de calor que acentúan los efectos de las temperaturas más elevadas. Por eso, en 2015 Lausana lanzó un programa para financiar la creación de terrazas verdes. Con unas 2.000 azoteas en la ciudad, este enfoque tiene un enorme potencial. Hay subsidios disponibles de hasta CHF 650.000 para edificios particulares y CHF 500.000 para techos públicos.
La elección de las plantas adecuadas para un jardín en la terraza puede ayudar a retener el agua del suelo, en especial en épocas de precipitaciones abundantes. "Las plantas usan la humedad en el sustrato del techo para crecer y, a través de la transpiración, el agua luego se evapora al aire, lo cual es muy necesario en verano. Por lo tanto, un follaje denso y diverso en la azotea ayuda a enfriar el aire", explica Natacha Litzistorf, jefe del departamento de vivienda, medio ambiente y arquitectura de Lausana. Sólo hace falta elevarse un poco para ver el plan en acción. En los próximos años, Lausana actuará como una esponja, absorbiendo el agua del suelo y la vegetación para enfriar el aire.
Programa piloto del gobierno federal
Las ciudades no están solas en esta movida por acercar la naturaleza. Para apoyarlas, la Oficina Federal del Medio Ambiente ha lanzado su programa Adaptación al cambio climático para financiar proyectos pioneros en temas como el aumento de las temperaturas en áreas urbanas. Por ejemplo, este programa piloto ha permitido que Sion incorpore vastos espacios verdes en su tejido urbano. También ha apoyado proyectos privados para rediseñar los numerosos espacios abiertos de la ciudad que pertenecen a propietarios privados y están a la espera de cubrirse de plantas.
Traducción de un artículo publicado originalmente en Le Temps
© Fotos: Benoît Renevey / naturecommunication.ch