La familia Robinson, los primos suizos de Crusoe
La familia suiza Robinson -padre, madre y cuatro hijos- sobrevive a un naufragio en alta mar. Varados en una isla desierta, la familia domestica su nuevo entorno y lo convierte en su hogar. ¿Suena familiar? Este clásico del siglo XVIII inspirado por Robinson Crusoe se volvió aún más popular en el extranjero que en Suiza. Entérate por qué.
El épico viaje de la familia Robinson nació de la imaginación de Johann David Wyss, un pastor de Berna que escribió la historia para sus hijos a finales del siglo XVIII. Fue su hijo, Johann Rudolf, quien finalmente publicó la novela. Los dos primeros volúmenes de un total de cuatro se publicaron en 1812 y 1813, y los restantes en 1826 y 1827. Aunque la aventura fue un éxito internacional desde el principio, sobre todo entre el público anglosajón, ha caído en el olvido a nivel local desde principios del siglo XX, especialmente entre los lectores suizos francófonos.
Un éxito internacional
La historia fue adaptada por primera vez al francés en 1814 por Isabelle de Montolieu, una novelista y traductora de Lausana. "En aquella época, era bastante raro en nuestro país que los libros alemanes se tradujeran al francés", dice el profesor Daniel Maggetti, director del Centre des littératures en Suisse romande de la Universidad de Lausana. "El hecho de que se tradujera tan rápidamente fue una prueba de su potencial en Suiza. La versión francesa, Le Robinson suisse, adquirió rápidamente un séquito de seguidores, lo que le permitió convertirse en un clásico de la literatura suiza". La historia fue un best-seller nacional e internacional, atrayendo particularmente al público de habla inglesa. El libro ha inspirado películas, series y hasta parques temáticos. "Este éxito se debe a que la cultura americana reconoció en el texto elementos del querido boy-scout. No es casualidad que La familia suiza Robinson se haya convertido en 1960 en una película de Walt Disney", dice Claire Jaquier, especialista en literatura e historia cultural de la Ilustración suiza en la Universidad de Neuchâtel. "No vemos el mismo éxito en Suiza, Alemania o Francia, donde la obra, aunque presente, reelaborada y adaptada a lo largo del tiempo, tiene un número de lectores mucho menor que en la cultura estadounidense".
"Los Wysse reunieron todos los ingredientes para una historia exitosa", señala Daniel Maggetti. "Fueron capaces de construir una historia fascinante, aumentando su potencial. Tras el naufragio, los sobrevivientes deben reconstruir un mundo habitable. La familia encarna uno de los mitos básicos de la humanidad: abandonada a su suerte, un grupo de personas debe hacer algo por sí mismo en un entorno hostil. Es una premisa muy atractiva. En la isla, la familia también debe adaptarse constantemente para sobrevivir, lo cual es una fuente de nuevas aventuras. Las posibilidades de nuevas historias son infinitas, lo que la hace muy atractiva para el público". Según Maggetti, La familia suiza Robinson estaba arraigada en la tradición suiza y fue leída por la juventud del país hasta la Segunda Guerra Mundial, después de la cual el interés disminuyó, especialmente entre los lectores de la Suiza francófona. "Hasta los años '20 y '30, Le Robinson suisse fue utilizado y citado por autores de renombre como Charles Ferdinand Ramuz y Catherine Colomb. El ingenio, el exilio y el aislamiento eran una realidad para el pueblo suizo, pero en el siglo XX esta no era la imagen que Suiza quería promover".
La influencia de Robinson Crusoe
El exotismo de La familia suiza Robinson se inspiró en la novela Robinson Crusoe del autor inglés Daniel Defoe. Los Wysse, "tanto el padre como el hijo, eran intelectuales, el primero un pastor y el segundo un profesor de filosofía. Como tales, leían libros de texto y enciclopedias de historia natural del siglo XVIII. Este tipo de trabajo gozó de un gran número de lectores durante la Ilustración, y las bibliotecas suizas rebosban de ellos. La flora, la fauna y las particularidades geográficas de los países no europeos estaban extensamente descritas e ilustradas", dice Claire Jaquier. La Familia Suiza Robinson refleja una fascinación para el resto del mundo, pero también presenta el sistema suizo como un modelo eficaz y universalmente válido. Al igual que Robinson Crusoe, los supervivientes son ingeniosos y tienen las aptitudes necesarias para sobrevivir en una isla desierta, pero conservan rasgos de carácter específicos de su identidad nacional. "Los protagonistas se caracterizan principalmente por la ética protestante que propugnan el padre y el pastor: la familia, que venera su patria, es piadosa y cree en las virtudes del trabajo duro y la obediencia religiosa".
Heidi, la niña suiza más querida
La familia suiza Robinson tiene otro tema dominante vinculado a la historia suiza: el tema del exilio. La tradición migratoria de Suiza no era un aspecto que el país quisiera promover en ese momento. "Cuando La Familia Suiza Robinson tuvo el potencial de ganar un mayor número de lectores, es decir, después de la Segunda Guerra Mundial y en la década del '60, los suizos estaban más interesados en promover su sentido de pertenencia a la patria", dice Daniel Maggetti. El exotismo de la Familia Suiza Robinson era una nota disonante con la realidad suiza de la época. Por eso otro clásico de la literatura suiza, Heidi de Johanna Spyri, se convirtió en el más popular. "El modelo de Heidi es lo opuesto a La Familia Suiza Robinson. La historia tiene lugar en las montañas suizas y la joven que se ve obligada a exiliarse finalmente regresa. La narración fomenta la noción de pertenencia y de patrimonio suizo, lo que facilita a los lectores la identificación con ella", señala Daniel Maggetti. Ambas novelas son importantes para la literatura suiza, pero Heidi sigue siendo la más conocida.
Huellas suizas en la isla de Robinson Crusoe
El Robinson Crusoe de Daniel Defoe ha inspirado a muchas figuras suizas. El destino de otro bernés, Alfred von Rodt, también se cruzó con el del aventurero de ficción. Durante un viaje en 1877, desembarcó en la isla chilena que inspiró la historia de Robinson Crusoe. El aristócrata se convirtió en gobernador del archipiélago, que alquiló por 1.500 dólares al año. Se casó con una mujer de la isla, formó una familia y reinó sobre su "pequeño reino" hasta su muerte en 1905. Hoy en día, la isla lleva el nombre de "Robinson Crusoe" y unos cuarenta descendientes de la familia von Rodt siguen viviendo allí, observa Stéphane Goël, director de Insular, una película dedicada a la historia de Alfred von Rodt y sus descendientes.
"La figura de Alfred von Rodt recuperó importancia en la isla tras el tsunami de 2010. La isla de Robinson Crusoe fue devastada y Suiza financió la reconstrucción de la tumba del barón bernés, además de una placa explicativa. Esto ha reavivado el espíritu suizo en la isla; en ocasiones especiales, la cruz blanca de Suiza sobre fondo rojo y las banderas de los cantones suizos ondean junto a los colores chilenos".