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Adrian Frutiger, el gran tipógrafo suizo

Adrian Frutiger, quien falleció en 2015, fue uno de los tipógrafos suizos más influyentes del siglo XX. Su obra, ejemplificada por el tipo de letra Univers, fue la precursora de la manera en la que se entiende a la tipografía hoy en día.

Es posible que no nos hayamos dado cuenta, pero todos hemos tenido en algún momento las creaciones de Adrian Frutiger ante nuestros ojos. Frutiger, que falleció en septiembre de 2015 a la edad de 87 años, fue el creador del tipo de letra homónimo -utilizado en las señales de tráfico y los pasaportes suizos- y de muchos otros tipos de letra que vemos todos los días. Pero la influencia de este artista bernés, que dedicó su vida al diseño tipográfico, se extendió mucho más allá de las fronteras de su país natal, y su obra marcó un punto de inflexión en el diseño y la tecnología. "Con su trabajo, Adrian Frutiger estableció un nuevo estándar para la tipografía basada en la información", dice el diseñador gráfico suizo François Rappo.

Adrian Frutiger © Keystone

Nacido cerca de Interlaken en 1928, desde una edad temprana Frutiger se sintió atraído por el dibujo y la escultura. Completó una capacitación como tipógrafo y luego siguió sus estudios en la Escuela Superior de las Artes de Zúrich, caldo de cultivo para una generación de tipógrafos que harían famosa a Suiza, incluidos los creadores del emblemático tipo de letra Helvetica. Como estudiante, demostró una gran pasión por la historia de su disciplina: como parte de su trabajo final de diplomatura, produjo un conjunto de placas de madera grabadas que recorrían la historia de la tipografía europea desde la antigua Grecia. Siempre se consideró ante todo un artesano: "Para mí, el trabajo de un tipógrafo es como la escultura", explicó en 1994 en una entrevista con el Neue Zürcher Zeitung. "Soy el ladrillero, no el arquitecto. Sólo hago buenos ladrillos para que los diseñadores gráficos construyan con ellos."

Creador de la fuente Univers

Diploma en mano, Frutiger fue contratado en una antigua fundición parisina, Deberny & Peignot, donde rápidamente se puso a desarrollar una nueva y revolucionaria técnica basada en un principio fotográfico - la fotocomposición - que posteriormente supondría el fin del tipo de plomo fundido. Frutiger fue uno de los primeros tipógrafos en adoptar plenamente esta nueva tecnología, lo que le permitió diseñar una amplia variedad de tipos de letra y pensar en su primer gran proyecto. Su ambición de "lograr la mejor legibilidad posible" se vio correspondida por su innegable don técnico, y esta combinación le llevó a diseñar Univers en 1957. Se basó en el tipo de letra de finales del siglo XIX Akzidenz-Grotesk y en bocetos que había hecho durante sus estudios en Zúrich.

Hasta ese momento, un tipo de letra se diseñaba en sólo uno o dos pesos, y luego eventualmente se ampliaba para incluir otros formatos, trabajo que a veces hacían otros tipógrafos. Pero Frutiger lo hizo desde un ángulo diferente, creando desde el principio toda una familia de tipos de letra coherentes, compuesta por 21 series (cursiva, negrita, condensada, etc.) designadas por números y diseñadas con un sentido de armonía en mente. Univers marcó un punto de inflexión que allanó el camino a la tipografía digital. "Anunciaba la forma sistemática en que vemos la tipografía hoy en día", dice François Rappo.

Para promover su nueva creación, Deberny & Peignot presentó la familia de caracteres en un cuadro que recuerda la tabla periódica. Univers se convirtió en un éxito mundial inmediato - fue adoptado en particular por las máquinas de escribir de IBM - y Adrian Frutiger comenzó a ganar reconocimiento. Fundó su propio estudio y desde principios de los años '70 su trabajo se podía encontrar por todo París: rediseñó los caracteres utilizados en el metro local y desarrolló un tipo de letra especial para el aeropuerto Charles de Gaulle. Este tipo de letra apto para señalética fue posteriormente adaptado para textos, resultando en Frutiger, que es considerado por muchos como su trabajo más logrado. Actualmente se utiliza prácticamente en todas partes: en las carreteras suizas, para los números de los billetes de euro, en una versión condensada en los pasaportes suizos e incluso en el logotipo de la OMS.

OCR-B, el estándar universal

Pero otra creación de Frutiger está aún más extendida y se ha convertido en una verdadera norma universal: desarrolló el OCR-B en 1963 a petición de la Asociación Europea de Fabricantes de Ordenadores (Ecma). Este organismo de normalización del campo emergente de la tecnología de la información requería un tipo de letra que fuera legible por máquina -OCR son las siglas de Optical Character Recognition- pero que también se adaptara al ojo humano. Las limitaciones eran considerables, ya que todas las líneas tenían que tener el mismo ancho, y las letras y los números tenían que ser lo suficientemente diferentes como para no ser confundidos por un lector óptico. El OCR-B se completó en 1968 y desde 1973 es la norma mundial para los códigos de barras, los números ISBN y los comprobantes de pago, y también se utiliza en el reverso de los documentos de identidad suizos.

En 1994, tras regresar a vivir a Suiza, Adrian Frutiger dijo: "Cada tipo de letra es un hijo de su tiempo. Pero hay algunos que trascienden los siglos y siguen siendo parte integral de nuestra cultura". No hay duda de que para el siglo XX, algunas de sus creaciones son de esa variedad intemporal.

Adrian Frutiger © Keystone
Adrian Frutiger © Keystone


 

Artículo original de Florian Fischbacher, publicado en Le Temps en julio de 2020