Caran d’Ache: reescribiendo la historia
Todo empezó con un humilde lápiz de madera de cedro. Luego, Caran d'Ache hizo historia con su emblemático bolígrafo 849 y el lanzamiento de los primeros lápices de acuarela. En la actualidad, la empresa suiza de papelería sigue impresionando a generaciones de artistas, profesionales y niños.
Es casi un rito de paso para los alumnos suizos. En su primer día de escuela pública, es habitual que reciban un juego de lápices Caran d’Ache como parte de un programa educativo.
La empresa familiar suiza, famosa por sus instrumentos de escritura y dibujo, no sólo puede verse en los pupitres de las aulas, sino también en los estuches de diseñadores y artistas de renombre.
De la fábrica a la casa
La fundación de la empresa se remonta a 1915, cuando lanzó sus primeros lápices de madera de cedro. Por aquel entonces, se conocía como "Fabrique Genevoise de Crayons" (fábrica ginebrina de lápices). El nombre "Maison Caran d'Ache" se adoptó finalmente en 1924 bajo la dirección del corredor de bolsa e inversor de St. Gallen, Arnold Schweitzer, a sugerencia de su esposa, que se había criado en Rusia. El término proviene de la palabra rusa "lápiz", con raíces en la palabra turca "kara-tash", que significa piedra negra, un nombre apropiado para la fábrica de lápices de la época.
Con el tiempo, Caran d'Ache se hizo un nombre como uno de los pocos fabricantes de artículos de papelería en un país más conocido por su experiencia en relojería. La mayoría de sus productos se siguen fabricando a mano, lo que supone unos 35 pasos y 50 horas para la producción de un solo lápiz. En la actualidad, Caran d'Ache sigue siendo una empresa familiar, bajo la dirección de Carole Hubscher, que representa la cuarta generación del negocio.
Una marca vinculada al amor
Hubscher describe Caran d'Ache como una marca vinculada al amor, asociada a los grandes hitos y celebraciones de la vida. "Comienza con una caja de lápices o pinturas gouache en la escuela primaria, luego un bolígrafo 849 para la escuela secundaria, y después un Ecridor o Léman para un momento importante como la firma de un contrato de trabajo o un matrimonio", dice.
Hubscher recuerda su propio momento decisivo. De niña, no se le permitió entrar en los talleres de Caran d'Ache hasta que cumplió 16 años. "Es una norma en nuestra fábrica: puede ser peligroso para los niños, todos esos barriles de pintura que parecen de chocolate en los que quieres meter los dedos". Uno de sus mejores recuerdos era cuando Papá Noel hacía una entrega especial en la fábrica para todos los niños. "Cuando abres tu primera caja de lápices y hueles la fragancia especial de la madera de cedro combinada con el color, es muy fuerte y muy emocionante. Es un recuerdo que nunca olvidas".
Estos sentimientos también se plasmaron en el libro de 2020 La saga de Caran d'Ache, del ilustrador y autor Ralph Brühwiler. "Los productos desencadenaron muchas emociones, primero en Suiza, pero luego más allá de sus fronteras. Tiene que ver con el color, pero con el color de la vida", dice Brühwiler en una entrevista con la Radio y Televisión Suiza.
Éxito hecho en Suiza
Desde su fundación, Caran d'Ache nunca ha trasladado su producción fuera de Ginebra. En cambio, permanece cerca de sus raíces en Eaux-Vives con su sede en Thônex, donde se producen todos sus instrumentos de escritura y dibujo. En esta fábrica, hay más de 90 oficios diferentes, desde el pulido y el lacado hasta el montaje de los productos.
La decisión de producir exclusivamente en Suiza es estratégica, explica Hubscher. "Hemos comprobado que la etiqueta 'Swiss Made' es muy importante en todos los lugares del mundo donde vendemos nuestros productos", afirma. "Por eso queremos defender la confianza en esta etiqueta a toda costa". Actualmente, más del 52% de los materiales de la empresa proceden de proveedores suizos, y otro 23% de otros lugares de Europa. "Naturalmente, esto aumenta nuestros costos, pero compensamos esta desventaja con nuestra capacidad de innovación".
Desde su sede en Ginebra, la casa de papelería sigue dejando su huella en todo el mundo. Se sabe que el célebre artista español Pablo Picasso utilizó herramientas de Caran d'Ache. Unos 60 dibujos originales de Picasso con lápices de colores y pasteles de cera suizos se expusieron incluso en una muestra en la Kunsthaus Interlaken de Suiza en 2015. Los lápices de colores Neocolor, descritos como "pasteles de cera resistentes al agua", también fueron utilizados por el diseñador Karl Lagerfeld para sus bocetos de Chanel y Fendi.
Por su parte, el arquitecto suizo Mario Botta es un gran usuario del Fixpencil de Caran d'Ache, el primer instrumento de escritura mecánico con mecanismo de embrague diseñado por Carl Schmid en 1929. En Suiza, el Fixpencil ha sido objeto de tanta atención que incluso ha sido conmemorado en un sello de correos en 2005.
Escribiendo un nuevo capítulo
La empresa, que cuenta con unos 300 empleados, tiene ahora más de 120 tiendas y exporta a más de 90 países. En total, hay unos 400 colores en toda la colección y cada año se inventan más. El éxito de la estrategia monomarca de Caran d'Ache (optar por un solo logotipo y una sola marca) parece haber dado sus frutos. "No fue una decisión fácil, ya que los precios de nuestros productos varían desde dos francos hasta más de un par de miles de francos", dice Hubscher. "Es importante para nosotros mantener nuestros dos segmentos -instrumentos de escritura fina y de dibujo-, ya que es uno de nuestros puntos fuertes en comparación con nuestros competidores".
Tras una década como presidente del consejo de administración de la empresa familiar, Hubscher espera escribir un nuevo capítulo para la compañía de papelería. Caran d'Ache está construyendo un nuevo complejo en el ecoparque industrial de Les Rouettes, en Bernex, y tiene previsto trasladar allí su sede a finales de 2024. La fábrica, de 30.000 metros cuadrados, no sólo albergará las instalaciones de investigación y desarrollo, sino también la producción mundial de los instrumentos de escritura y dibujo de la marca.
Imagen de portada: ©️ Arnaud CHILDÉRIC Studio Kalice