El Festival de Jazz de Montreux: chispas entre el lago y las montañas
'Smoke on the Water' ('Humo sobre el agua') – la legendaria canción de Deep Purple sintetiza el extraordinario evento que transformó a esta ciudad turística hace mucho tiempo. Desde su creación en 1967 el Festival de Jazz de Montreux reúne a los nombres más grandes de la música.
El evento combina la tradicional hospitalidad de Suiza con su típica atención al detalle, creando una atmósfera de libertad artística casi total en un ambiente relajado. En la actualidad el festival recibe más de 200.000 visitantes cada verano. Pero no sería lo que es hoy sin el chalet en Caux, donde se puede encontrar un increíble tesoro escondido audiovisual reconocido por la UNESCO además de algunos otros recuerdos. Esta es una instantánea de este festival de 50 años de antigüedad que constantemente se reinventa a sí mismo.
Animar una ciudad dormida
En 1967, a Suiza sólo llegaban algunos atisbos de la ola de jazz y rock 'n' roll que inundaba a sus países vecinos. Sin embargo, ya comenzaba a formarse una sensación en la región de Vaud. Ya con el nombre que es tan conocido en la actualidad, Claude Nobs, René Langel y Géo Voumard comenzaron a organizar una serie de conciertos para el tradicional Festival Rose d'Or, la entrega de premios a la televisión y el entretenimiento. Este primer intento ya incluía un poster muy elaborado, frenéticas jam sessions en los jardines y la piscina del Montreux Palace y una grabación profesional en la televisión nacional. Además recibió a algunos de los nombres más importantes de la época: Nina Simone, Bill Evans y Charles Lloyd, acompañados por el pianista Keith Jarrett y el baterista Jack DeJohnette.
Una travesía musical
Desde este primer evento de tres días en 1967, el festival ha crecido hasta convertirse en la maratón de 16 días que conocemos desde la década de 2000. Y es por cierto una maratón musical, casi sin precedentes en la escena musical mundial, para hacer lugar al programa que se va expandiendo año tras año: Ella Fitzgerald en 1969, Santana en 1970, Aretha Franklin en 1971 y Miles Davis (desde la primera de sus diez apariciones en 1973). Grandes nombres del rock pronto fueron seguidos por una invasión de artistas de jazz fusión, electrónico y urbano. El Festival de Jazz de Montreux ha hecho y ha visto todo.
Una tragedia en 1971 dio origen a una de las canciones de hard rock más importantes de la historia, cuando el incendio en el Casino en medio del concierto de Frank Zappa, presenciado por la banda de culto Deep Purple, fue la inspiración para su famosa canción 'Humo sobre el agua'. Quiso la suerte que la historia del festival esté colmada de todo tipo de anécdotas, como cuando Claude Nobs le regaló a Aretha Franklin una caja de chocolates en un viaje a los EE.UU. y aparentemente esto la convenció de venir a Montreux en 1971, lo que fue algo bueno, ya que el concierto de la reina del soul marcó la historia del festival para siempre. Se podrían llenar varios libros con todas las historias y anécdotas del medio siglo de existencia del festival. Pueden encontrar más información en su sitio web y en la página comunitaria Montreux Jazz Memories.
El festival de Montreux... y de Caux
¿Qué es lo que hace que el Festival de Jazz de Montreux sea tan especial que los artistas aceptan tocar allí por mucho menos que en cualquier otro lado y volver año tras año? Más que ninguna otra cosa, Claude Nobs y su equipo eran expertos en tratar a sus estrellas invitadas no solo como músicos sino también como seres humanos, a quienes consentían y mimaban en un entorno único. Y no estamos hablando únicamente de las costas del Castillo de Chillon. A 900 metros de altura, la pequeña aldea de Caux es un paraíso alpino que podría tentar a cualquiera a pasar sus vacaciones allí para siempre.
David Bowie solía venir a comer fondue. Keith Haring produjo muchas de sus obras aquí. El chalet Le Picotin es lo que le da su alma extra al festival: un verdadero lugar favorito de los habitués que convierte a Montreux en una parada obligada hasta para los músicos más temperamentales. Aunque su propietario Claude Nobs falleció en 2013, su encantadora residencia sigue siendo un lugar mítico para todos.
Libertad total y fusión desenfrenada
Dicen que estar de vacaciones nos hace sentir libres, y en Montreux esto no es una fantasía. Las reglas generales del dinero y el tiempo no se aplican a Montreux. Aquí los conciertos, que rara vez se limitan a un horario fijo, pueden ser eternos o convertirse en interminables jam sessions, la mayoría gratuitas. La libertad también significa fusión, y no es raro ver miembros de diferentes bandas pasar de un escenario a otro, según con quién se encuentran o qué tienen ganas de hacer. Hasta el gran showman Prince se mantuvo fiel a su costumbre hace unos años cuando su espontánea presentación encendió el Montreux Jazz Café, un lugar muy conocido por sus noches interminables. Sin embargo, este concierto improvisado, que será recordado por siempre por todos los que estuvieron allí, no fue grabado (una excepción a la tradición del festival desde su primera edición).
Grabaciones únicas en su género
Como si el entorno de Montreux, el chalet en Caux y la libertad artística total no fueran suficientes, las grabaciones de audio y video de alta definición del festival deberían convencer al más escéptico. Los archivos audiovisuales, almacenados en Caux y solo compartidos con unos pocos afortunados, ahora son preservados y distribuidos mediante tecnología de punta por EPFL, la Escuela Politécnica Federal de Lausana. En los jazz cafés de Montreux se pueden ver horas y horas de los archivos en HD. En 2013, este patrimonio ingresó en el Registro de la Memoria del Mundo de la UNESCO, una señal de su incalculable valor cultural. Incluso se puede usar la app Insider para que el archivo cobre vida y sentir que estamos en el mismo festival, además de acceder a nuevos videos. Y por último, pero no menos importante, se pueden escuchar varias de las grabaciones en vivo de artistas de la talla de Miles Davis, Nina Simone y Etta James en los mejores clubes de jazz que reciben a los más exigentes amantes de la música.
Las muchas otras ventajas de Montreux
Otra de las fortalezas del festival es su programa paralelo para todos los públicos, que invaden la ciudad, sus restaurantes en terrazas y el lago a lo largo de los 16 días. Desde el festival paralelo gratuito hasta cruceros, trenes musicales y talleres, la variedad de actividades atrae a un numeroso público mañana, tarde y noche. También es el lugar para descubrir jóvenes talentos de todo el mundo en los Premios Montreux a los Jóvenes Talentos del Jazz, que reconocen al mejor pianista, mejor tecladista y mejor banda. El festival siempre se reinventa, sin dejar de ser fiel a sus orígenes, y mantiene su ADN tan particular que lo convierte en un verdadero centro de la música. La próxima edición, la 53, está casi lista para comenzar...