La gestión del riesgo de aludes forma parte del patrimonio de la humanidad
El conocimiento y la protección contra los aludes es una tradición vital en Suiza. Desde noviembre de 2018, la gestión del riesgo de aludes aparece en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO. La inclusión se basó en una candidatura conjunta presentada por Suiza y Austria. ¿Pero qué es exactamente la gestión del riesgo de aludes?
Gestión de aludes: una larga tradición
El búnker de hormigón encaramado en lo alto de las montañas de la comuna de Arbaz en el cantón del Valais es un tipo especial de construcción: tiene cámaras posicionadas detrás de pequeñas escotillas y el equipo de radar detrás de las ventanas abiertas apunta al lado opuesto de la montaña. Un alud se precipita a 160 kilómetros por hora hacia el búnker. La nube de polvo se traga la edificación en segundos. En el sótano del búnker, los científicos observan la masa de nieve por medio de una cámara web. Gracias al centro experimental en Arbaz pueden comprender mejor los aludes y optimizar las medidas de protección.
El conocimiento del origen de los aludes y cómo protegerse contra ellos se fue transmitiendo en los Alpes desde hace siglos. Por ejemplo, los habitantes de Leukerbad construyeron un muro de 80 metros de largo ya en el año 1600 a fin de desviar los aludes. En la actualidad, bosques extensos, barreras anti-avalanchas, galerías y otras estructuras protegen a los asentamientos y las rutas contra los aludes. La UNESCO incluyó la gestión del riesgo de aludes en su lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. "Puede ser un activo inmaterial, pero para un país montañoso como Suiza la gestión del riesgo de aludes es vital para la supervivencia y siempre fue un componente de la identidad cultural", escribe el WSL Instituto para la Investigación sobre Nieve y Aludes (SLF).
La gestión del riesgo de aludes o avalanchas tuvo un desarrollo gradual junto con la historia de incidentes de aludes. "Los mayores desarrollos siempre se produjeron después de grandes catástrofes", dijo Jürg Schweizer, director del SLF, en una entrevista con la Radio Televisión Suiza (RTS). Una de estas temporadas invernales de avalanchas se produjo en 1887/1888, con más de 1.000 aludes reportados en Suiza que cobraron la vida de 49 personas y más de 600 animales. Las regiones más severamente afectadas fueron el norte y centro del cantón de los Grisones, el Tesino y la región de Goms en el Valais. Después de la catástrofe, se construyeron galerías, túneles y barreras anti-avalanchas para proteger la línea ferroviaria.
El bosque siempre cumplió una importante función de protección, y por eso la protección contra los aludes era responsabilidad de los guardabosques. A partir de la década de 1930, las empresas y los operadores de los ferrocarriles de montaña se involucraron cada vez más en la gestión del riesgo de aludes, comenta Schweizer. Las empresas y los ferrocarriles de montaña estaban muy interesados en promover el turismo y querían que los trenes también funcionaran en el invierno. En 1931 se fundó la Comisión para la Investigación sobre Nieve y Aludes, compuesta por representantes de la silvicultura, la hidrología, los ferrocarriles y las generadoras eléctricas, con el fin de mejorar las medidas de protección contra las avalanchas de nieve. Fue el antecesor del primer laboratorio de investigación sobre nieve y aludes en Davos, a partir del cual se creó el SLF en 1942.
Aludes con consecuencias catastróficas
Durante el invierno de aludes de 1950/1951 murieron alrededor de 100 personas en Suiza y se destruyeron más de 1.000 construcciones. Se registraron más de 1.000 avalanchas en el espacio de tres días en enero de 1951. Después de esta catástrofe, el SLF intensificó las investigaciones sobre protección contra aludes. Se tomaron nuevas medidas de protección en muchos lugares. Además, el SLF amplió su cooperación con el Instituto Meteorológico Suizo (SMI) a fin de aumentar la confiabilidad del boletín de aludes. El boletín de aludes contiene un pronóstico del peligro de aludes para los Alpes Suizos, Liechtenstein y el Jura. Actualmente se publica dos veces al día y principalmente lo utilizan los servicios de aludes y seguridad y los entusiastas de los deportes de nieve.
Otro invierno de aludes se produjo en 1999, cuando cayó una cantidad inusualmente grande de nieve en un lapso breve en febrero. Cientos de aludes se precipitaron a los valles en cuestión de días. Galtür en Austria se vio particularmente afectada, con 31 víctimas fatales. Doce personas fallecieron en avalanchas en Chamonix/Montroc en Francia y en el poblado de Evolène, en el cantón del Valais, las avalanchas se cobraron 12 vidas más. En total, hubo unas 1.200 avalanchas con 17 víctimas fatales en Suiza. Como resultado de la catástrofe, los expertos del SLF desarrollaron un sistema intercantonal de alerta temprana e información de crisis.
Diversos tipos de protección contra aludes
Se han implementado diversas medidas de protección estructural para prevenir el desencadenamiento de aludes y proteger los asentamientos en los valles. El tipo más utilizado de barrera contra aludes estabiliza la nieve acumulada por medio de estructuras de soporte firmemente sujetas al suelo. De esta manera, se pueden proteger vastas extensiones en los valles. Luego del invierno de aludes de 1950/1951, en muchos lugares se reemplazaron los viejos muros de retención por estructuras de protección más eficientes hechas de acero, aluminio, madera, cables de acero y hormigón. En Suiza hay en total unos 500 kilómetros de estas estructuras defensivas.
En términos de superficie cubierta, el bosque es la protección más importante contra las avalanchas de nieve. Como parte de la nieve se acumula en las copas de los árboles, las condiciones de viento y temperatura en el bosque son más equilibradas y los troncos de los árboles soportan la masa de nieve, la nieve en el bosque es más estable que en los espacios abiertos.
Medidas de protección temporarias
Las explosiones controladas pueden desencadenar aludes en forma artificial para asegurar temporariamente potenciales zonas de inicio y trayectoria de avalanchas y prevenir avalanchas más importantes. Esto se hace cada vez con más frecuencia con sistemas de explosivos instalados en forma permanente que pueden desencadenar un alud desde una distancia segura independientemente de las condiciones climáticas y en cualquier momento.
Si las rutas, asentamientos o centros de esquí están en un nivel de riesgo elevado, los servicios de seguridad locales pueden emitir alertas, cerrar el área o incluso iniciar evacuaciones. Para la planificación de emergencias, los especialistas recurren a los mapas de riesgo de avalanchas, entre otras cosas. Los mapas muestran las zonas de riesgo para los asentamientos así como la frecuencia e intensidad de la actividad de aludes en un área específica. Si un área está marcada como de ‘alto riesgo’, la construcción en la zona está prohibida.
Los expertos suizos trabajan en un enfoque integral para la gestión del riesgo de aludes desde hace unos 15 años, empleando una combinación de medidas estructurales y organizacionales para minimizar el riesgo de avalanchas.
Monitoreo de la nieve desde el aire
Los drones se usan no solo para rescatar víctimas de avalanchas, sino también para realizar investigaciones sobre el tema.
Por ejemplo, los científicos pueden utilizar las imágenes capturadas por los drones para crear modelos digitales del terreno que se pueden usar para determinar la profundidad de los depósitos de nieve. "Con este método, es posible documentar las avalanchas de forma precisa y eficiente sin tener que acceder a terrenos peligrosos a pie", explica el experto del SLF Yves Bühler.