Carl Lutz – el suizo que salvó a decenas de miles de judíos
Acreditado en Hungría, el diplomático suizo Carl Lutz originó la operación de salvamento más importante de la Segunda Guerra Mundial. En ocasión de la Presidencia suiza de la Alianza Internacional para la Memoria del Holocausto, nos acercamos a esta personalidad que es, hasta hoy, demasiado poco conocida.
Marzo de 1944. Alemania invade Hungría y, deportando a los judíos húngaros (hasta aquel momento relativamente a salvo) a Auschwitz, lleva al país a participar en la “solución final”. Pero en Budapest, desde hace meses, se había establecido toda una red para salvar al número más grande posible de judíos. Al mando, un suizo: el vice-cónsul Carl Lutz, quien dirigió – según el historiador Xavier Cornut, Consejero de Asuntos Públicos en Ginebra y miembro del Consejo de la Fundación Carl Lutz – la “operación de salvamento más importante de la Segunda Guerra Mundial”.
Carl Lutz y su esposa Gertrud llegaron a Budapest en 1942, después de estar acreditados durante seis años en Jaffa. Como “años inolvidables” describió Lutz más adelante este período, durante el cual el talentoso fotógrafo aficionado eternizó varios momentos a través de su lente. En aquella Palestina, administrada bajo mandato británico, el suizo defendió a los ciudadanos alemanes en la región.
Nacido en el seno de una familia metodista en un pueblo de Appenzell en 1895, este hombre es a la vez “un suizo típico, introvertido, serio, apegado a valores religiosos como también – paradójicamente – un aventurero dotado de un gran sentido de la iniciativa. Esta mezcla de valores cristianos y espíritu emprendedor explica que haya tenido el coraje, pero también el ingenio intelectual, para establecer un sistema de protección tan amplio en el corazón de un país tan peligroso como Hungría”, explica Xavier Cornut.
Invención del salvo conducto
Como diplomático suizo, Carl Lutz también representaba los intereses de los países que habían roto sus relaciones diplomáticas con Hungría, como fue el caso de los Estados Unidos de América y Gran Bretaña. Incapaz de abandonar a su suerte a centenares de judíos que cada día se agolpaban delante de la legación de Suiza, tuvo la idea de desarrollar salvo conducto, un documento de protección. Utilizó los 7.800 certificados de emigración a Palestina obtenidos de Gran Bretaña: Re-fabricó los documentos, numerándolos siempre de 1 a 7.800 y dotándolos de un salvo conducto para intentar impedir la deportación.
Otra proeza: Logró extender la protección diplomática a nada menos que 76 edificios de Budapest, en los cuales los judíos fueron alojados, alimentados y apoyados. El Consejo Judío para Palestina, que se convirtió en el “Departamento de Emigración de la Legación Suiza”, tenía su sede en la calle Vadasz Utca 29, en la “Casa de Cristal” que hoy alberga la Fundación Carl Lutz. “Una aplicación extraordinaria de este derecho emanante de las convenciones de Viena”, remarca Xavier Cornut. Al mismo tiempo, la vida privada de Carl Lutz se vio trastocada por su encuentro con Magda Csányi, quien acudió a él para pedirle protección para su hija Agnes y para ella misma, y que él empleó en su residencia. En 1949 se casaron.
La Casa de Cristal
Obviamente, el diplomático no actuó solo. La Casa de Cristal era el cuartel general de los Jóvenes Sionistas que emprendieron el “inmenso trabajo logístico” que creó la confección de los papeles de inmigración y de protección, cuenta Anita Halasz, ex representante de la Fundación Carl Lutz en Ginebra. Fueron apoyados por el Comité Internacional de la Cruz Roja, otros diplomáticos helvéticos o extranjeros (como el sueco Raoul Wallenberg, a quien Carl Lutz explicó su método) y personalidades judías como Miklos Krausz.
Las autoridades helvéticas le aconsejaron prudencia porque sus actividades no estaban dentro de la facultad de representar los intereses extranjeros stricto sensu, pero eran de carácter humanitario. En cuanto a las autoridades nazis, en especial el teniente-coronel Adolf Eichmann, con quien Lutz parlamentó varias veces, eran conscientes de su “capacidad maliciosa”. El procónsul alemán en Budapest llegó a sugerir a Berlín su eliminación física – una petición que quedó sin respuesta, posiblemente por los servicios prestados a Berlín durante su acreditación en Palestina.
Hasta la ascensión al poder del partido fascista de la Cruz Flechada en otoño de 1944, Carl Lutz se empleó a fondo – apoyado por su esposa Gertrud – para salvar a judíos, escondiéndolos en su coche de marca Packard negro e interviniendo directamente en las filas de personas que eran obligadas a marchar hasta la frontera austriaca. En total murieron más de medio millón de judíos húngaros, 130.000 sobrevivieron. Se estima que la acción suiza, en cual Carl Lutz había la dirección, contribuyó a salvar a 62.000.
“Justo entre las Naciones”
Gertrud Lutz Fankhauser – de quien Carl Lutz se divorció después de la guerra – continuó durante el resto de su vida dedicada a la ayuda humanitaria, sobre todo en el seno de UNICEF. En 1978 se convirtió en Justa entre las Naciones, reconocimiento otorgado en nombre del Estado de Israel por el memorial de Yad Vashem, y en 1995 falleció. Agnes Hirschi, la hija de Magda adoptada por Carl Lutz, sigue viajando por el mundo – hace poco estuvo en Buenos Aires y Montevideo – para rendirle homenaje a su padre. A éste Berna le reprendió por haber excedido sus competencias y tuvo que esperar hasta 1958 para ser rehabilitado.
El reconocimiento le llegó en el extranjero, donde fue nominado varias veces al Premio Nobel de la Paz. Fue el primer suizo en ser reconocido, en 1964, como Justo entre las Naciones. Carl Lutz falleció el 13 de febrero de 1975 en Berna. Hizo falta esperar veinte años para que una biografía mayor le fuera consagrada en Suiza por Theo Tschuy (“Carl Lutz y los judíos de Budapest”). “De joven, Carl Lutz le pidió a Dios que le otorgara una misión particular. Y cuando los judíos de Budapest le pidieron socorro, para él fue la respuesta a su petición”, dice Xavier Cornut. “Esta es la quintaesencia del concepto de “Justo entre las Naciones”: La persona que, cuando otros se rinden, sabe mantener su dignidad humana en contra de todo.”