¿El diseño suizo puede salvar el planeta?
El diseño social mira más allá de la naturaleza material de un objeto para enfrentar los grandes desafíos económicos, ambientales y sociales de hoy y de mañana. La práctica está tomando impulso en Suiza y está cambiando la cara del diseño.
El diseño hoy está presente en casi todos los aspectos de nuestras vidas. Las imitaciones abundan, volviéndolo casi carente de sentido, mientras algunos aficionados continúan exagerando su valor. ¿Entonces qué queremos decir exactamente cuando hablamos de diseño? En la década del 60, los objetos de diseño eran símbolos de una buena vida y las personas se jactaban de su nivel social a través del diseño de interiores. Este concepto está cambiando. El propio diseño, en algún momento una forma de distinción social, ahora se está volviendo 'social'.
Frente a un mercado de objetos de diseño saturado y con el pensamiento actual sobre el uso sostenible de los recursos de nuestro planeta, los diseñadores están en la búsqueda de mejores maneras de superar los desafíos de un mundo globalizado. Hoy están comenzando a tratar cuestiones más abstractas y tienen en cuenta cuestiones sociales, ecológicas, políticas y humanitarias. Desde el diseño de carpas para refugiados y la ergonomía de una bomba de agua en el Sahel hasta viviendas prefabricadas, los diseñadores en todo el mundo están creando soluciones que se adaptan a las cuestiones ambientales y sociales. Las escuelas de diseño suizas forman parte integral de este movimiento, aprovechando su sólida reputación de pragmatismo y experiencia.
En busca de soluciones inmateriales
Esta disciplina, que se estableció en la última década, está en busca de una definición desde hace mucho tiempo. Ahora tiene un nombre: diseño social. Como tal vez era de esperar, este cambio se asentó primero en Dinamarca. En 2011, el Centro de Diseño Danés en Copenhague organizó una muestra pionera titulada Challenge Society, la primera que debatió la desmaterialización del producto en el diseño. Sobre la base de ejemplos concretos, la muestra delineó nuevas estrategias de diseño para abordar cuestiones en el sector público danés, tales como la calidad de vida en las prisiones y en hogares de ancianos. En 2011, el Danish Design Centre en Copenhague organizó una muestra pionera titulada Challenge Society, la primera que debatió la desmaterialización del producto en el diseño. Sobre la base de ejemplos concretos, la muestra delineó nuevas estrategias de diseño para abordar cuestiones en el sector público danés, tales como la calidad de vida en las prisiones y en hogares de ancianos.
Desde entonces, el enfoque del diseño social se ha generalizado en los Estados Unidos y en Europa. Incluso se lo enseña en la Design Academy Eindhoven en los Países Bajos. La nueva corriente también llegó a Suiza: la Universidad de las Artes de Zúrich (ZHdk) alojó una muestra titulada Social Design a secas. La exposición permaneció abierta hasta febrero de 2019 y exhibía varios proyectos suizos e internacionales, todos los cuales ponían en tela de juicio nuestros sistemas sociales existentes y nuestros entornos de vida y de trabajo.
Objetos 'navaja suiza'
En la muestra había piezas del diseñador Sibylle Stoeckli del cantón de Vaud, quien redefinió 30 utensilios de madera, todos basados en artesanía de alta calidad, producción regional y comercio justo. La naturaleza modular de sus formas y posibles usos encarna valores humanos como el apego, la comprensión y la tolerancia. La colección fue producida y embalada en el cantón de Friburgo, en los talleres de la fundación HorizonSud en Bulle, Épagny y Vaulruz, por personas que sufren de esquizofrenia.
En Zúrich, el colectivo Hic et Nunc (aquí y ahora) examinó el impacto a corto plazo del diseño en situaciones de emergencia. En particular, estableció mecanismos que permiten a los refugiados en Suiza participar en proyectos que apuntan a mejorar sus condiciones de vida.
Además, Hic et Nunc creó bibliotecas para estos grupos, que ofrecen rincones de lectura que también sirven como estaciones de carga para los teléfonos celulares. Los estantes modulares permiten crear espacios semiprivados.
Enfoques humanistas
El diseñador Yves Béhar de Lausana, establecido en la costa oeste de los Estados Unidos desde 1999, ha lanzado una multitud de proyectos de 'diseño humanitario' en sociedad con grandes marcas, gobiernos locales e investigadores. En 2006, desarrolló el proyecto one laptop per child junto a Nicholas Negroponte, arquitecto en el MIT Media Lab, con el fin de producir computadoras económicas para que los niños de países en vías de desarrollo tuvieran acceso a la educación y la información. Dos años más tarde, logró otro éxito con su proyecto Ver Bien Augen Optics, por el cual el gobierno de México proporcionaba lentes gratis a los niños con problemas de visión.
En la última década, Béhar unió fuerzas con la Fundación Nike y los gobiernos del Reino Unido y los EE.UU. para lanzar el acelerador SPRING, que apoya proyectos emprendedores que tienen el potencial de transformar las vidas de las niñas en Kenia, Uganda y Ruanda. Luego se dedicó a la producción de pueblos enteros con técnicas de impresión 3D, a fin de reducir los costos de construcción y permitir que algunas de las familias más pobres tuvieran acceso a un techo. El primer pueblo impreso en 3D se creó en América Latina en 2019. El proyecto fue llevado a cabo en colaboración con una ONG llamada New Story y Icon 3D, una compañía constructora de Texas.
Las raíces del diseño
Según Angeli Sachs, curadora de la muestra 'Social Design', "Las consecuencias de la economía del crecimiento global son cada vez más severas tanto para los seres humanos como para el medio ambiente. El diseño social se enfrenta con el creciente desequilibrio de recursos, medios de producción y oportunidades futuras y depende de un nuevo intercambio equitativo entre el individuo, la sociedad civil, el Estado y la economía".
Agrega: "El diseño siempre ha sido transdisciplinario. Pero con su dimensión social, la disciplina en un sentido ha vuelto a sus raíces, proponiendo soluciones para y con la sociedad". Si bien aún no se puede hablar de ninguna tendencia fuerte, Angeli Sachs percibe entre los diseñadores un interés creciente por el diseño social. Pero ¿qué impacto podría tener?
Diálogo y participación
En su camino hacia la desmaterialización, los diseñadores, si bien acostumbrados a trabajar con otras disciplinas, se enfrentan a nuevos actores como ONG, empresas privadas y gobiernos cuyos objetivos y prioridades se encuentran en otro lugar. "Esto es lo que hace que el diseño social sea tan emocionante", dice Angeli Sachs. "Se basa en el diálogo y la participación en la búsqueda de una solución común con otros actores".
En Ginebra, la Escuela Superior de Arte y Diseño (HEAD-Genève) ha acogido la idea por completo. Desde hace años la escuela, siempre dispuesta a experimentar y confrontar la realidad sin rodeos, pone su creatividad y experiencia al servicio de las causas sociales, como el derecho de asilo y la lucha contra el analfabetismo. También cuenta con varias asociaciones entre sus aliados. Al concentrarse en la apertura, HEAD-Genève apunta a confrontar a los estudiantes con la realidad a la vez que les brinda la libertad de elegir.
Una respuesta a cuestiones fundamentales
Según Nicolas Nova, investigador, autor y profesor en HEAD-Genève, "Los diseñadores siempre estuvieron interesados en pensar sobre patrones sociales, de estilo de vida e interacción. Es así desde hace mucho tiempo. Lo que está cambiando es que los diseñadores están reconociendo que tienen la capacidad de elegir una forma de expresión para responder a una visión de la sociedad. Agregado a esto, tenemos la democratización del diseño, que ha atraído a nuevos actores como empresas privadas, ONG e instituciones públicas".
Tomemos por ejemplo el trabajo de la diseñadora francesa Matali Crasset en la renovación de la biblioteca de la ciudad, la Bibliothèque de la Cité, en Ginebra en 2015.
Crasset se formó con el famoso arquitecto y diseñador francés Philippe Starck, y repensó completamente el edificio según los temas que le son tan caros: la transferencia, difusión y accesibilidad de la cultura para todos, y la llegada de la era digital. El proyecto fue un trabajo a largo plazo llevado a cabo en estrecha colaboración con las autoridades locales, arquitectos, asociaciones y vecinos.
El diseño ha evolucionado para seguir el ritmo de los cambios en nuestra calidad de vida. Las mentes de los diseñadores ahora se concentran en cuestiones fundamentales, siguiendo la tendencia de reducir la cantidad de objetos en nuestras vidas en lugar de crear nuevos. Por lo tanto, la emancipación del diseño social no es un accidente. Está moldeando el futuro mismo de la disciplina, al mismo tiempo que silencia a los que la acusaron de ser una etiqueta más. Este es un tipo de evolución. Otra más.