En busca del hermano de la Tierra
Suiza encabeza el consorcio de 11 países europeos que participan en la misión CHEOPS. El telescopio CHEOPS fue lanzado en 2019 para aprender más sobre el poco conocido mundo de los exoplanetas. Esta es la primera misión que Suiza dirige dentro de la Agencia Espacial Europea (ESA), aunque ha sido miembro desde la creación de la agencia. Nuevas misiones están en preparación - más sobre eso a continuación.
La misión espacial europea CHEOPS permitirá a los científicos aprender más sobre los planetas extrasolares descubierto hasta el momento. El satélite fue lanzado el 18 de diciembre de 2019 y orbita la Tierra a una altitud de unos 700 kilómetros en poco más de una hora y media. El telescopio de a bordo puede escanear alrededor del 70 por ciento del cielo, lo que le permite cumplir con el objetivo de identificación de exoplanetas establecido para la misión, de allí su nombre CHEOPS (CHaracterising ExOPlanet Satellite). Este instrumento de alta precisión fue diseñado y ensamblado en la Universidad de Berna, y nos permitirá medir el tamaño de varios cientos de planetas extrasolares y comprender mejor cómo se formaron.
Fotometría de ultra-alta precisión
Para fines de marzo de 2020, los científicos habían completado la calibración del telescopio espacial. Luego de abrir con éxito la tapa del instrumento y tomar fotografías pasaron la tercera etapa, crucial para la misión principal de tres años y medio. "Nos alegramos mucho cuando descubrimos que todos los sistemas funcionaban como se esperaba, o incluso mejor de lo que se esperaba", dice Andrea Fortier de la Universidad de Berna, que dirigió el proceso de activación del telescopio.
"La prueba más difícil fue medir el brillo de una estrella con una precisión del 0,002 por ciento (20 millonésimas)", dice Willy Benz, líder de la misión CHEOPS. Esta precisión es necesaria para discernir la sombra que proyecta un planeta del tamaño de la Tierra al pasar frente a una estrella de tamaño similar al Sol. A partir de estas mediciones, los científicos pueden deducir el diámetro y la composición de un planeta.
Al amanecer y al anochecer, el satélite que lleva el telescopio vuela sobre el Centro de Operaciones de la Misión, cerca de Madrid, cuyas antenas se utilizan para dirigir los datos al Centro de Operaciones Científicas de la Universidad de Ginebra. Allí, los científicos recogen y procesan los datos y luego emiten las coordenadas de las próximas estrellas a las que apunta el satélite. Se trata del mismo lugar donde los ganadores del Premio Nobel de Física 2019, Michel Mayor y Didier Queloz, allanaron el camino para el descubrimiento de exoplanetas. Hace 25 años, los dos profesores descubrieron el primer exoplaneta, 51 Pegasi b, orbitando una estrella similar a nuestro Sol. Ahora están coordinando las observaciones de esta misión bajo las órdenes de la ESA.
Suiza en el asiento del conductor
En su calidad de miembro fundador de la ESA, Suiza ha participado activamente desde la creación de la organización e intervino en casi todas sus misiones. Sin embargo, con CHEOPS, es la primera vez que Suiza está al mando. La Universidad de Berna encabeza el consorcio de científicos, ingenieros y técnicos, que trabajan para unas 30 instituciones de 11 países europeos. La ESA aprobó la misión en 2012 y lanzó la construcción del telescopio CHEOPS cinco años después. Suiza se puso entonces al frente del primer "pequeño" proyecto científico del programa de Visión Cósmica de la ESA, con un presupuesto de unos 100 millones de euros, de los cuales 33 millones de euros fueron aportados por Suiza.
Continuando con una tradición
Liderar la misión CHEOPS forma parte de la larga tradición de Suiza en la investigación espacial. La vela de aluminio creada para capturar las partículas de viento solar había causado una impresión duradera en 1969 durante la misión del Apolo 11. Diseñada por la Universidad de Berna y el ETH de Zurich, la vela fue el único experimento no estadounidense incluido en el módulo que aterrizó en la Luna. En ese momento, Suiza ya era miembro fundador de la Organización Europea de Investigación Espacial (ESRO), un estatus que mantuvo cuando la ESA se formó como sucesora de la ESRO en 1975. Desde entonces, la Universidad de Berna ha realizado con éxito alrededor de 30 experimentos espaciales.
El sector industrial suizo también aprovechó su experiencia, como lo prueba el caso de RUAG Space (antes Oerlikon Space), que suministra los carenados -o conos de nariz- de los cohetes europeos Ariane y Vega. Las start-ups también están dejando su impronta, por ejemplo ClearSpace, a la que se le asignó la dirección del programa europeo ADRIOS, responsable de la eliminación activa de residuos del espacio. La empresa derivada de la EPFL ha aceptado el reto de desorbertar el carenado del lanzador Vega para 2025, asegurando que se desintegre sin problemas al reingresar en la atmósfera terrestre. Para lograrlo, ClearSpace está desarrollando un satélite con varios brazos robóticos diseñados para capturar basura.
No olvidemos tampoco que Suiza se aventuró por primera vez en el espacio en 1992, cuando Claude Nicollier, astronauta de la ESA del cantón de Vaud, se embarcó en la primera de sus cuatro misiones a bordo del transbordador espacial, que incluyó paseos espaciales para reparar el telescopio espacial Hubble utilizando un espectacular brazo robótico.
Video: preparaciones en la Guayana Francesa para el lanzamiento del cohete Soyuz-Fregat. © ESA
Alcance internacional
Con la misión CHEOPS, Suiza está demostrando su competencia en el desarrollo de satélites de nueva generación más pequeños, menos costosos y más flexibles. Gracias al amplio alcance de sus numerosas universidades, puede rodearse de los mejores expertos internacionales en sus respectivos campos. "He sido parte de esta misión desde el primer día y tengo la oportunidad de continuar en ella hasta que se haya completado. Es un raro privilegio. Quiero aprovechar al máximo esta experiencia única y aprender cómo evoluciona una misión a medida que atraviesa sus diferentes fases", se entusiasma la científica argentina Andrea Fortier, que ha estado fascinada por "el cielo, su inmensidad y sus misterios" desde que era una niña. Los principales proyectos espaciales europeos se están alineando ahora a un ritmo constante. Entre ellos, Suiza espera participar en PLATO, un observatorio espacial previsto para 2026. Montado en una plataforma, sus 26 telescopios permitirán observar una gran parte del cielo para detectar todos los planetas capaces de sustentar la vida en otros lugares de la Vía Láctea.
Laurent Favre