Lagos suizos encantados
Los lagos son profundamente misteriosos y brindan la escenografía perfecta para una variedad de relatos antiguos. Los lagos están envueltos en mitos y simbolizan reinos desconocidos. Se dice que tienen poderes purificantes y que son fuentes de vida.
Había una vez un país con abundantes lagos y montañas. Los numerosos lagos eran tan magníficos que despertaban la fascinación y la imaginación tanto de jóvenes como de adultos de generación en generación. Leyendas populares e historias antiguas explican el origen de los lagos con sus relatos sobre cómo surgieron y adquirieron su forma.
Tres lágrimas para tres lagos
Una de las leyendas más conocidas es la historia del gigante celta Gargantúa. Camino a Italia, Gargantúa necesitaba apagar su sed, pero no podía beber del Ródano ya que era demasiado angosto y entonces comenzó a cavar un pozo con las manos. El montículo de tierra que se acumuló en la orilla izquierda del río formó el Monte Salève, llamado así porque los aldeanos que observaban la escena gritaban "ça lève!" (¡se eleva de la tierra!). "El profundo pozo, por supuesto, se convirtió en el Lago Lemán", explica Denis Kormann, el autor de una serie de fábulas publicadas por Helvetiq. Antes de irse, en un ataque de furia, Gargantúa arrojó dos rocas enormes en dirección al puerto de Ginebra que formaron las Piedras de Neptuno, dos extrañas rocas que aún se pueden ver en la actualidad.
Según otra leyenda, la belleza y prosperidad de la región de Ginebra se debe a tres ángeles que pasaron por allí. "Una vez que terminaron su trabajo y observaron el paisaje, cada uno derramó una lágrima que cayó sobre la tierra y se convirtió en el Lago Lemán, el Lago Bourget y el Lago Annecy respectivamente", dice Christine Pompéï, el autor de cuentos suizos publicados por Auzou Suisse.
En la desembocadura del Ródano "se dice que una ninfa llamada Brume aguarda a los hombres jóvenes", agrega Denis Kormann, "quienes, atraídos por su belleza, la siguen hacia la neblina para no regresar jamás". Las leyendas cuentan historias sobre lugares reales. La leyenda de Brume muestra además un rito de iniciación. "En Suiza, las leyendas y los ritos de iniciación están estrechamente relacionados", comenta. "Los suizos se sienten muy cerca de la tierra y la naturaleza, por lo que hay un interés renovado por estas historias".
Guivernos y dragones
Los lagos insondables tienen el poder de la fascinación y varios relatos aluden a monstruos que habitan en sus profundidades. Los enormes peces del Lago Lemán, que describe Gregorio de Tours ya en el siglo VI, "son, en realidad, bagres gigantes", explica Christine Pompéï. Otras historias hablan de guivernos, fabulosos dragones o serpientes aladas, que aparecen en los relatos a partir del siglo XII.
Se dice que el Lago Negro en el cantón de Friburgo es el hogar de un dragón que emergió de las profundidades de las montañas para castigar a un hombre que mataba animales indiscriminadamente y sin ningún remordimiento. Comenzó a llover torrencialmente y un charco se convirtió rápidamente en un lago tan negro como la ira del dragón. Según la leyenda del cantón de Vaud, los colores brillantes del cielo estival son obra del dragón de Muveran. "Al final del verano el dragón está agotado y regresa al Lac de Bretaye o al Lac de Chavonnes para descansar. En primavera, el dragón derrite los hielos al despertarse", dice Pompéï.
También hay una leyenda relacionada con el Lac de Chavonnes y una tal Lady Isabeau. Cuando los pastores advirtieron que el cantón de Valais sería invadido, Lady Isabeau se refugió en el bosque de Chavonnes y escondió sus preciosas joyas en el fondo del lago. Los reflejos centelleantes en el lago son los destellos de las joyas. "Lady Isabeau fue adoptada por los espíritus del bosque que la convirtieron en un hada y así se volvió inmortal", relata Pompéï. "Sigue custodiando su tesoro hasta el día de hoy. Aquel que intente robarlo deberá enfrentarse con un monstruo blanco". Los lagos también atraen a las hadas. Se dice que las hadas que se escapaban de la destrucción del valle por culpa de los leñadores se han reunido en el fondo del Lac de Joux, y de ahí su brillo. Christine Pompéï cree que estas historias se cuentan mejor "a la noche porque estimulan la imaginación de los niños, ofrecen nuevas maneras de ver nuestro paisaje y abren las puertas hacia un mundo de maravillas".
Traducción de un artículo de Chams Iaz, publicado en Le Temps en julio de 2019.