Maurice Koechlin, el suizo que diseñó la Torre Eiffel
¡La Torre Eiffel tiene raíces suizas! La afirmación podría parecer un poco pretenciosa, pero el país realmente tiene una conexión con la famosa torre: el ingeniero francosuizo Maurice Koechlin.
Suiza tiene un vínculo significativo con la Torre Eiffel: tal vez el nombre de Maurice Koechlin no haya trascendido como el de Gustave Eiffel, pero es el que dibujó el primer boceto de la torre y sigue siendo su verdadero creador. Su bisnieto Jean-David Koechlin reflexiona aquí sobre las historias que escuchaba durante su infancia sobre su antepasado que era empleado de Gustave Eiffel, su amigo y finalmente su sucesor.
De Mulhouse a Zúrich
La historia comienza a orillas del Rin en Mulhouse, Francia. Con el apoyo financiero de la vecina Basilea, la ciudad se había convertido en uno de los principales centros industriales del siglo XIX; su éxito era tan fenomenal que se la conocía como 'la Manchester francesa'. "Todo era posible para ellos, creían en el progreso", explica Jean-David Koechlin. Sin embargo, cuando estalló la guerra franco-prusiana en 1870, Mulhouse cayó en manos de los prusianos. Muchas de las grandes familias protestantes que habían contribuido al desarrollo de Mulhouse huyeron de la ciudad. Entre ellas se encontraba la familia de Maurice Koechlin, que se estableció en Suiza. El padre de Maurice envió a sus hijos al Instituto Federal Suizo de Tecnología de Zúrich, una de las principales universidades técnicas del mundo en el campo de la ingeniería.
Recomendado por su profesor
Maurice, que era el mayor de los hermanos, decidió adoptar la ciudadanía suiza que su familia tenía antes de mudarse a Mulhouse. En Suiza estudió con un profesor brillante llamado Karl Culmann. Culmann era especialista en 'estática gráfica' y le enseñó a Koechlin un método revolucionario con vigas de cajón para construir estructuras extraordinariamente altas. Entusiasmado por esta experiencia suiza, el gran constructor parisino Gustave Eiffel le pidió a Culmann que le recomendara un estudiante. Koechlin era un alumno tan dedicado que Culmann le sugirió su nombre a Eiffel.
De una ambición idealista...
En noviembre de 1879, Maurice Koechlin fue contratado para trabajar en la empresa de obras públicas y construcciones metálicas fundada por Gustave Eiffel en 1868. Pronto comenzó a trabajar en el viaducto ferroviario de Garabit en Auvergne, un proyecto audaz inaugurado en 1884 que se eleva 122 metros sobre el río. Koechlin usó las pilas de puente de una forma muy innovadora, que evoca a la torre en la que trabajaría más adelante. Luego trabajó junto con el ingeniero Auguste Bartholdi, un colega de Alsacia, en los ajustes del armazón de acero de la Estatua de la Libertad en Nueva York.
En 1884, a los 28 años de edad, Koechlin se convirtió en jefe del departamento de ingeniería de Eiffel. La Exposición Universal de 1889 ofreció una oportunidad para dejar una impresión duradera: trabajando solo y apoyado en su experiencia reciente, Koechlin dibujó un boceto de una torre que alcanzaba la altura simbólica de 1000 pies (300 metros), más alta que ninguna estructura existente. Hasta entonces, la Catedral de Colonia había sido el monumento más alto del mundo con 150 metros. Koechlin se refería a su proyecto simplemente como el "pilón".
"A través de su confianza en la inteligencia humana llegó a la cima de lo posible", dice Jean-David Koechlin.
Al día siguiente, Koechlin discutió el boceto con el director técnico Émile Nouguier. Los dos se lo presentaron a Gustave Eiffel, quien se mostró menos entusiasta. Si bien reconoció la audacia del concepto, a Eiffel no le pareció estéticamente agradable y alentó al ingeniero a que repensara el diseño. "Aunque estaba impresionado por los 1000 pies de altura, Eiffel quería otras características, como la inclusión de un gran arco". Entonces Koechlin regresó al tablero de dibujo. Junto con su colega acudió al arquitecto jefe de la compañía, Stephen Sauvestre, quien tuvo la ingeniosa idea de 'embellecer' cada uno de los niveles de la torre. Además del arco en la base, agregó un gran centro de convenciones en el primer piso que nunca llegó a construirse. También hizo un uso generoso de la ornamentación y colocó estatuas de figuras con trompetas en las esquinas del segundo nivel de la torre.
…nace una torre magnífica
Esta vez, el proyecto logró conquistar a Gustave Eiffel. La torre le pareció magnífica e incluso sugirió potenciales agregados técnicos, como iluminación y telegrafía óptica. La imaginó como un faro que iluminaría todo París. Durante el resto de su vida, Eiffel usó la torre para llevar a cabo diversos experimentos, por ejemplo, dejar caer objetos desde los distintos niveles para probar la teoría de la gravedad de Newton.
Junto a Koechlin y Nouguier, Eiffel presentó una solicitud de patente 'por una nueva configuración que permite la construcción de pilones y soportes de metal capaces de superar los 300 metros de altura'. Poco después compró los derechos de patente a los dos ingenieros, cada uno de los cuales recibió el equivalente al 1% de los costos de construcción. De esta manera, Eiffel se convirtió en el único padre fundador del proyecto: como industrial poderoso y ampliamente reconocido, él solo pudo encabezar el proyecto hasta su conclusión. Koechlin se dedicó a la dirección del proceso de construcción: no se usó ni uno de los 18.038 materiales de construcción sin su autorización.
Un monumento efímero que perduró en el tiempo
En enero de 1887, Gustave Eiffel ganó la competencia lanzada con motivo de la Exposición Universal con su proyecto de una torre de 300 metros de altura. Originalmente la torre solo iba a mantenerse en pie mientras durara la exposición, del 6 de mayo al 31 de octubre de 1889. Se construyó en dos años, dos meses y cinco días y fue inaugurada el 1 de marzo de 1889. Sin embargo, dado su éxito y la solidez de su construcción, la torre siguió allí mucho después de la Exposición Universal.
Una amistad a la altura
Maurice Koechlin, que sucedió a Gustave Eiffel como director de la empresa constructora Eiffel en 1893, no mostró ningún resentimiento hacia su jefe por adueñarse del proyecto. Así lo explica su bisnieto, Jean-David Koechlin:
Nunca hubo el más mínimo rencor entre Eiffel y mi antepasado, que pasó de ser su empleado a su sucesor. Los dos tenían una excelente relación en realidad, eran amigos. Eiffel, que tenía 24 años más que Koechlin, era un visitante asiduo de la Riviera suiza. Estoy convencido de que le mostró la región a mi bisabuelo, y probablemente también la casa que luego compró y en la que vivió sus últimos años.
Imitaciones alrededor del mundo
Hoy la Torre Eiffel es un ícono internacional de Francia y una vidriera de la ciudad de París, además de uno de los monumentos pagos más visitados del mundo.
Si bien ninguna puede igualarla, la torre ha inspirado muchas imitaciones en todo el mundo. La más antigua es la Torre de Blackpool, construida en 1894 en el norte de Inglaterra. La réplica en Las Vegas es la más famosa, pero la torre parisina también inspiró imitaciones en dos ciudades de Estados Unidos llamadas París, una en Texas y otra en Tennessee, así como también en Tokio (Japón), Shenzhen y Hangzhou (China), Praga (República Checa) y Slobozia (Rumania).
Artículo publicado originalmente en L’Illustré y adaptado, Marc David, 3 de noviembre de 2021