Trajes tradicionales suizos que nos cuentan la historia del país
Los trajes nacionales de Suiza son un símbolo de varios siglos de tradición; su riqueza refleja la diversidad social y geográfica del país además de sus interacciones con los países vecinos.
Durante siglos el pueblo suizo usó vestimentas particulares asociadas con su ocupación o sus orígenes. Ya sea que alguien fuera granjero, viticultor, cocinero o funcionario, todos podían inferir quién era y de dónde venía simplemente mirando la ropa que llevaba puesta. Era como llevar un cartel que mostrara el documento de identidad de la persona o hablar con un acento que revelara el lugar de nacimiento. En las zonas protestantes, por ejemplo, la represión puritana determinaba que la ropa fuera más modesta y sencilla; en los cantones católicos, la pompa y circunstancia de sus ceremonias religiosas tenía una influencia en el gusto de las personas por prendas más fastuosas.
Traje tradicional, niña de St. Gallen (Fürstenland). Fotógrafo Wehrli A.-G. Verlag, circa 1904–24. © Museo Nacional Suizo, LM-171016. 37
Trabajo y moda
Los trajes tradicionales suizos que se usan en la actualidad descienden de las ropas de trabajo de antaño, cuyo diseño se basaba en las necesidades específicas de cada profesión – como una marca corporativa. Hoy la vestimenta tradicional se usa para evocar los trajes históricos, ya sea la ropa de trabajo o los trajes para ocasiones especiales. En el campo, la gente a menudo hacía su propia ropa con el lino, el cáñamo o la lana que ellos mismos producían.
Influencia de los países vecinos
Si bien la vestimenta tradicional suiza está ligada al terreno del país y sus costumbres ancestrales, siempre ha seguido atentamente las tendencias europeas. Por ejemplo, cuando los hijos de los granjeros eran enviados a la guerra al otro extremo del continente, a su regreso traían ropas nuevas. Otro ejemplo es el tricornio que algunas personas en el condado de Neuchâtel siguen usando, un recordatorio de que la región fue un principado prusiano hasta 1848, y que a la aristocracia le gustaba vivir en el campo. Las mujeres de Neuchâtel solían tener debilidad por un elegante sombrero de paja de verano, que estaba muy de moda en Versalles a fines del siglo XVIII cuando las damas de la corte se vestían como pastoras.
En la región del Gotardo, al otro lado de Suiza, los trajes tradicionales de Glarus estaban naturalmente influenciados por la vecina Lombardía, y las mujeres locales no tardaron en adoptar una serie de tejidos elegantes incluidas la pashmina de Milán. Luego, un blusón de lino azul conocido como la bourguignonne rápidamente se hizo popular en todos lados. Derivada de las ropas de trabajo de los cocheros y comerciantes franceses que venían a comerciar a Suiza, la robusta y holgada bourguignonne llegó a conquistar a los granjeros de la Suiza central, quienes descubrieron que se ensuciaba menos que los trajes blancos de los vaqueros. En el Valais, la mayoría de los trajes tradicionales incluyen un sombrero de cintas que data de mediados del siglo XVIII, probablemente inspirado por una tendencia parisina de ese momento. En 1890, los sombrereros expertos tardaban dos días y medio en hacer estos tocados tan elaborados – que pueden tener hasta 70 metros de cinta- todo por el precio de dos francos, que era lo que costaba en esa época comprar y mantener una vaca, según los granjeros locales.
Trajes en abundancia
La creación de más y más trajes se vio impulsada por la moda femenina, que llegó incluso a los valles más remotos, y por el deseo de parecerse a las personas más adineradas. Entre 1788 y 1800, el pintor Joseph Reinhardt de Lucerna produjo 140 retratos de personas con trajes tradicionales. La enorme variedad de estilos llegó a ser abrumadora, y peor aún, se empezaron a usar imitaciones baratas de los trajes tradicionales con fines comerciales o publicitarios. Sintiéndose desposeídas de sus tradiciones, muchas verdaderas mujeres de campo dejaron de usar los vestidos tradicionales, que ya habían caído en desuso a principios del siglo XX.
Resurgimiento y tradición
Como símbolo de una larga tradición, pero también del amor por el país, era lógico que los trajes tradicionales recibieran un nuevo soplo de vida en medio de la Primera Guerra Mundial, en un momento en que los suizos se encontraron en una situación particularmente precaria y se los llamó a identificarse con los valores patrióticos. El resurgimiento fue encabezado por el cantón de Vaud, donde la región de Vevey-Montreux en particular (y su fiesta de los viticultores, la Fête des Vignerons, que cada año ofrece una nueva mirada a la tradición suiza) ha preservado varias costumbres ancestrales casi intactas. En 1916 se fundó una primera asociación cantonal en Sauvabelin, arriba de Lausana, bajo el liderazgo de Mary Widmer-Curtat, la esposa de un médico. Diez años más tarde, se fundó en Lucerna una federación nacional de trajes tradicionales, dedicada exclusivamente a la promoción de los trajes, la danza, las canciones y las costumbres locales. Hoy la federación tiene más de 15 000 miembros en 650 grupos diferentes – una multitud de entusiastas para continuar la historia del traje tradicional de Suiza.
Este artículo de Jean-Blaise Besançon fue publicado por primera vez en L'Illustré, enero de 2014