Säntis

Suiza en la cumbre de la literatura de montaña

Situada en el corazón de Europa, donde nacen algunos de los grandes ríos del continente, Suiza atrae desde el Renacimiento a gran cantidad de turistas interesados en lo que podría llamarse una búsqueda de los orígenes. Se han maravillado ante los animales pastando pacíficamente en un entorno natural inmaculado, vigilados por ingenuos guardianes de lo que es con seguridad un último trozo del paraíso. Apretada entre grandes potencias que frecuentemente estaban en guerra entre sí y situada en un cruce de rutas entre el norte y el sur, Europa oriental y occidental, Francia, Alemania e Italia, a lo largo de los siglos Suiza ha sido una ciudadela preservada por su geografía, la sabiduría de su pueblo, su temor a la invasión o su disposición calculadora, según la perspectiva de cada uno. La literatura no ha sido inmune a estos hechos, mitos e interpretaciones; les ha hecho eco, los ha propagado y explorado, y a veces también los desafió.

Lignes de crêtes (Líneas de crestas), una publicación conjunta del Centre des littératures en Suisse romande (Centro de Literaturas Suizo Francófonas) y el Centro Interdisciplinario para la Investigación de Montaña de la Universidad de Lausana, es una guía única de 20 senderos de montaña suizos acompañada de 130 extractos literarios de obras de escritores y artistas muy conocidos y menos conocidos del pasado y de la actualidad que han recorrido y trepado nuestras montañas. Esta obra es un testimonio de la riqueza de la literatura de montaña suiza. 

Saint-Gingolph

El extracto de una novela de André Gide cubre todo el espectro desde la repulsión ("La Brévine ... Para pozo, es un verdadero pozo") a la epifanía ("es absolutamente maravilloso"). El texto de Maupassant cubre una gama igualmente extensa. Otros, como Flaubert, tocan una nota más contenida. Goethe se horroriza ante la miseria de una aldea en Valais. Laurence Boissier, abatida por la industria del turismo, recurre a la sátira, al igual que Jacques Chessex, que busca las raíces del espíritu de Vaud en Les Diablerets. 
Thomas Cook, el operador turístico inglés e inventor de los paquetes vacacionales, comenzó a organizar sus famosos “tours de Suiza” en 1863. Los primeros hoteles de lujo en los Alpes Suizos se construyeron para alojar turistas británicos, que fundaron el Club Alpino. Así como esta parte del legado arquitectónico de Suiza se debe a los turistas británicos, todo un estante de literatura inglesa le debe su existencia a este país alpino. Byron, cuyo Manfred (1817) está citado en esta guía, encontró en las costas del Lago Lemán y debajo del Jungfrau el telón de fondo para obras cuyas emociones alteradas y angustia existencial gozaban de un éxito fenomenal entre sus contemporáneos. En una carta a su hijo, J.R.R. Tolkien rememora una visita a Lauterbrunnen en 1911. El paisaje y la resbaladiza orilla del río que encontró allí se hicieron un lugar en las aventuras de Bilbo el Hobbit. El relato de D. H. Lawrence señala otra razón para visitar los Alpes: la salud. D. H. Lawrence sufría de tuberculosis y se alojó en Gsteig en el cantón de Berna en 1928, desde donde publicó en Italia El amante de Lady Chatterley, prohibido en el Reino Unido.

Leeshörner
© Olga Cafiero / Les Editions Noir sur Blanc

 

Algunos lugares famosos tienen una rica historia literaria: el Engadine de Nietzsche y Marcel Proust, los Alpes Berneses y Leukerbad en Valais. A mediados del siglo XVI, Thomas Platter, un pastor del Valais cuya autobiografía le valió invitaciones a las capitales intelectuales de Europa, regresa a su aldea natal con su hijo Félix. Se detiene en Leukerbad, cuyos baños termales son conocidos desde los tiempos romanos. Muchos otros escritores famosos, incluidos Goethe y Maupassant, visitaron esta aldea alpina. A mediados de los años 50, un escritor en ese entonces poco conocido de Nueva York, James Baldwin, visitó Leukerbad en lo más crudo del invierno. Los fuertes sentimientos de alienación que lo atormentaron allí fueron el punto de inicio para Un extraño en la aldea (1953), un poderoso ensayo sobre la cuestión racial.

En 1878, Arthur Rimbaud, de 24 años, caminó desde las Ardenas a Italia. Cruzó el Paso de San Gotardo durante una de sus típicas enceguecedoras tormentas de nieve cuyas proporciones épicas – mencionadas muchas veces antes de su cruce – luego describiría en una carta a su familia. La carta pinta un lienzo geográfico formidable que se extiende desde las montañas con sus picos nevados de los Alpes hasta el mar más al sur, desde Europa a África, y desde el confinamiento de la vida familiar a la libertad de las aventuras próximas y lejanas.

Varone
© Olga Cafiero / Les Editions Noir sur Blanc

 

La barrera alpina, una frontera simbólica entre dos mundos incompatibles y complementarios, era simplemente otro obstáculo a ser superado por este joven que vivía a las apuradas. Sus líneas escritas a toda velocidad transportan al lector de hoy hacia generaciones de hombres y mujeres que cruzaron los pasos alpinos en los tiempos premodernos.   
Mientras se dirigía en excursión a Hospental, Rimbaud vio a los trabajadores que estaban por concluir el Túnel Ferroviario de San Gotardo en Göschenen. Al leer a Rimbaud hoy, podemos entrever el nacimiento de una Suiza de ferrocarriles, trenes de cremallera que baten récords y túneles abiertos a través de las montañas. Rimbaud también viajó en diligencia, el predecesor de los futuros autobuses postales de Suiza, que, como escribe Metin Arditi, transportan personas desde los valles más remotos a los centros urbanos con un nivel de precisión horaria que es a la vez extraordinaria y vagamente desconcertante.

Los pasajes literarios que puntualizan los 20 senderos de montaña y sus etapas que se describen en Lignes de crêtes revelan un vasto paisaje intelectual panorámico. Pero estas Lignes también proporcionan información científica sobre cada sendero. Los textos explicativos producidos por geógrafos del Centro Interdisciplinario para la Investigación de Montaña explican cómo el agua, el viento y los sedimentos han trabajado para moldear paisajes espectaculares de variados relieves topográficos y carácter geomórfico. Nuestras montañas ofrecen, nadie lo duda, un mundo de tesoros por descubrir. El caserío de Derborence, en el cantón de Valais, sirvió como el título de una novela de Charles-Ferdinand Ramuz inspirada en el espectacular deslizamiento de tierra masivo que se produjo allí en el siglo XVIII. Creux-du-Van, una formación rocosa en el cantón de Neuchâtel descrita por Valérie de Gasparin, fue producida por la erosión a lo largo de las eras. Las amatistas y piritas observadas por Corinna Bille, Daphne Du Maurier y Charles-Albert Cingria en el Binntal (Valais Superior) son reliquias luminosas de una línea costera tropical que se comprimió y se plegó hasta formar montañas a lo largo de cientos de millones de años. El conocimiento que brinda la obra – como esta información desde las entrañas de las montañas – envían rápidamente al lector en una travesía por el espacio y el tiempo que asombra a la imaginación.

creux du van
© Olga Cafiero / Les Editions Noir sur Blanc

 

En la actualidad, el ambiente montañoso está cambiando a un ritmo más veloz que nunca. Científicos y senderistas observan los efectos del cambio climático en las cumbres y glaciares de Suiza. ¿La gigante manta protectora con la que se ha cubierto el Glaciar del Ródano en un intento desesperado por demorar la desaparición del hielo es la imagen que deberíamos tener hoy de los Alpes Suizos? Ciertamente es una realidad impresionante que desmiente el cliché de un paraíso nevado que creíamos eterno.

¿Otras realidades no se han visto oscurecidas por esta imagen estereotipada de los Alpes Suizos? ¿Las montañas no han sido también, según las perspectivas y sensibilidades individuales, sublimes, impresionantes, aterradoras, desoladas, lúgubres o aburridas?

glacier du rhône
© Olga Cafiero / Les Editions Noir sur Blanc

 

Lignes de crêtes los invita a ajustarse las botas de senderismo y experimentar estos cambios en las montañas del Jura, Valais, Vaud y Graubünden. Cada sendero tiene un mapa correspondiente que indica distancia y ganancia de altitud, descripciones detalladas de la ruta y puntos de interés en el camino, textos literarios que acompañan y fotografías imponentes. Lignes de crêtes nos permite redescubrir una colección de literatura de montaña escrita por personas que recorrieron, estudiaron, soñaron, nacieron y se criaron en los Alpes Suizos o simplemente los visitaron, e incluso aquellos que, como Victor Hugo en su poema Dictado ante el Glaciar del Ródano (1831), los imaginaron sin nunca poner un pie en ellos. No hay mejor tributo al ambiente alpino que ser tan valorado desde lejos.

 

Lignes de crêtes. Promenades littéraires en montagne, Noir sur Blanc, 296 páginas.
Publicado el 6 de mayo de 2021 Florence Gaillard, Daniel Maggetti, Stéphane Pétermann, Jonathan Bussard y Emmanuel Reynard. Fotografía de Olga Cafiero