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8 inventos suizos que cambiaron el mundo

¿Cómo llegó un abrojo al espacio? ¿Qué tienen en común un vaso de vino derramado y el envoltorio de un sándwich? Dos inventos, el Velcro y el celofán, son una muestra de un verdadero talento suizo: convertir ideas excéntricas en herramientas prácticas con nombres atractivos. Estos son solo un par de ejemplos del ingenio suizo. Científicos de todos los campos del saber han hecho uso de su pragmatismo suizo una y otra vez para desarrollar inventos que han cambiado el mundo para siempre.

El cierre de cremallera – Martin Winterhalter (1925)

Los estadounidenses habrán tenido la idea, pero los suizos la perfeccionaron e inventaron lo que hoy conocemos como el cierre de cremallera.

zipper

El precursor del cierre fue patentado en los Estados Unidos en 1851. Consistía en unir dos bordes de una prenda mediante una serie de ganchos enfrentados que se ajustaban o se abrían por medio de un cordón. ¡Nada que ver con el práctico cierre que conocemos hoy!

Pero en 1923, Martin Winterhalter, un abogado de St. Gallen, conoció a un estadounidense que era titular de la patente del antecesor del cierre. Winterhalter vio una oportunidad para mejorar el invento y adquirió la patente por 10.000 francos.

Para 1925 ya había perfeccionado la tecnología y así nació el cierre con diseño de dientes intercalados que aún se utiliza en la actualidad. Una leyenda cuenta que Winterhalter se llevó sus máquinas desde Alemania y Luxemburgo y las ingresó en Suiza de contrabando para protegerlas de los Nazis.

El Velcro® – Georges de Mestral (1941)

Se dice que a los suizos les gustan las cosas resistentes y duraderas. ¿Nos sorprende que el Velcro® haya sido inventado, patentado y registrado en Suiza?

Un ingeniero suizo que estaba de caza por el macizo del Jura notó que ciertas semillas quedaban adheridas a su ropa (y al pelaje de su perro) y que era casi imposible quitarlas. Al observarlas con más detenimiento, notó que estos ‘abrojos’ tenían unos ganchos diminutos que se adherían con firmeza a las fibras y al pelo.

Semilla que ha inspirado al velcro
Semilla que ha inspirado al velcro
© kalyanvarma, vía Wikimedia Commons

Con la ayuda de amigos que trabajaban en la industria textil, Georges de Mestral logró replicar este método de fijación con ‘ganchos y bucles’ en un invento. Lo llamó Velcro, que es la unión de las palabras francesas velour (terciopelo) y crochet (gancho). Si bien ya en los años 50 lo comercializaba como el “cierre sin cierre”, tuvo que interesarse un organismo como la NASA para que finalmente el invento conquistara al mundo: en 1969, los astronautas usaron el Velcro® para asegurar los objetos dentro de la nave espacial Apolo.

Ahora tal vez se necesite otro suizo para hacer que el Velcro® sea más silencioso – además de descubrir el nombre del perro que inspiró a Georges de Mestral.
 

El pelador Rex – Alfred Neweczerzal (1947)

El pelador de verduras Rex fue inventado y patentado por Alfred Neweczerzal en 1947. Gracias a las copias, se lo conoce popularmente como el ‘pelador Y’.

Una versión sostiene que Neweczerzal inventó el dispositivo porque estaba cansado de pelar montañas de papas en el ejército, pero su diseño revolucionó para siempre las cocinas de todo el mundo. El Rex original se construía a partir de una única pieza de aluminio; era fácil de producir, muy económico, de alta calidad y sencillo de usar tanto para diestros como para zurdos.
Otra leyenda cuenta que una familia le pidió al nieto de Alfred que reemplazara la hoja original del Rex, imposible de desarmar, luego de sesenta años de leales servicios. Hasta el día de hoy, su nieto continúa produciendo con el mismo molde pero en acero inoxidable o acero al carbono pulido y este pelador suizo sigue siendo el mejor en su tipo.

Pelador de verduras Rex
Pelador de verduras Rex

Nescafé – Max Morgenthaler (1936)

En 1929, Brasil se quedó con un gran excedente de granos de café como resultado de la caída de Wall Street. Para salvar al sector, el Instituto Brasileño del Café se puso en contacto con la firma suiza Nestlé con el objeto de crear un café instantáneo de sabor delicioso.

En aquella época se contaba con una especie de agua cafeinada de color marrón, pero carecía del típico aroma del café. Luego de cinco años de intentos fallidos para preservar el verdadero sabor del café en forma de polvo, Nestlé decidió abandonar el experimento.

Sin embargo, un químico de la empresa siguió probando en secreto diferentes métodos en su tiempo libre en la cocina de su casa cerca de Vevey, en Suiza. En 1936 Max Morgenthaler le presentó a Nestlé la fórmula del éxito y el 1 de abril de 1938 se lanzó el Nescafé.

nescafé

La pista de bobsleigh – Caspar Badrutt (1870)

‘A la una, a las dos, a las tres…’ Todos los que hayan visto la película de 1993 “Cool Runnings” (también conocida como “Jamaica bajo cero” o “Elegidos para el triunfo”) saben que el equipo suizo siempre gana en el bobsleigh, pero en realidad ellos no inventaron el deporte. Los pioneros fueron turistas británicos a fines del siglo XIX.

El empresario hotelero Caspar Badrutt tentó a sus clientes habituales a probar una estadía en el centro termal de St. Moritz en los meses de invierno. Sin saber cómo ocupar su tiempo en el incipiente centro turístico invernal, adaptaron los trineos de los repartidores y se deslizaron por las calles cubiertas de nieve.

Sin embargo, fue el emprendedor Badrutt quien convirtió la actividad en un verdadero deporte. Construyó una pista especial, la primera pista natural de hielo del mundo con forma de semicilindro, en la que se celebraron las primeras competencias formales en 1884. Esta pista sigue funcionando y ha sido escenario de dos Juegos Olímpicos de Invierno, además de recibir a innumerables turistas ávidos de velocidad.

Un equipo de bobsleigh en Davos, 1910
Un equipo de bobsleigh en Davos, 1910
© Flyout (tomada por un antepasado de Flyout) [GFDL], vía Wikimedia Commons

La World Wide Web – Tim Berners-Lee en el CERN (1989)

La combinación de ideas británicas y practicidad suiza parece ser la fórmula del éxito. Poco más de 100 años después de la creación de la pista de bobsleigh, otro inglés usó los recursos disponibles en Ginebra para crear la Internet.
Mientras estaba trabajando en el CERN (el Consejo Europeo para la Investigación Nuclear), Tim Berners-Lee inventó la World Wide Web en 1989. Inspirado en la red del CERN, pero frustrado porque cada computadora almacenaba información con un usuario diferente, Berners-Lee creó su propia versión. El primer sitio Web del mundo se basó en el CERN, en la propia computadora de Berners-Lee, y contenía información sobre cómo funcionaba la red.

Esta computadora “NeXT” – el servidor web original – sigue en el CERN en la actualidad. En 1993, el CERN liberó el software al dominio público: así nació la World Wide Web y cambió para siempre la forma en la que buscamos, exploramos y compartimos información.

Dónde el WWW nació
La biblioteca del CERN, 2004
© Max Braun via Visualhunt / CC BY-SA

Planificador Doodle – Michael Näf y Paul E. Sevinç (2007)

En Suiza nunca está de moda llegar tarde. En un país donde los trenes tienen una puntualidad extrema y llegar cinco minutos tarde es inaceptable, planificar citas es todo un arte.

No debería sorprender entonces que el planificador digital haya sido inventado por un experto en informática suizo rico en ideas y falto de tiempo y un ingeniero eléctrico – Michael Näf y Paul E. Sevinç. Frustrado por la complejidad e ineficiencia de una larga lista de correos electrónicos para organizar un encuentro con amigos, Michael Näf ideó el concepto de Doodle. Esta plataforma online permite que los invitados marquen su disponibilidad en un calendario compartido – un servicio que es utilizado por 20 millones de personas por mes.

Using Doogle Scheduling
Planificador Doodle en acción

Celofán – Jacques E. Brandenberger (1912)

Y para envolver cosas… ¡nada mejor que el celofán! Muchas veces se recurre a un buen vaso de vino para que empiece a fluir la creatividad, pero lo que disparó la imaginación del químico suizo Jacques E. Brandenberger fue el vino que se derramó del vaso.
Inspirado al ver el vino derramado sobre el mantel, decidió crear un material que pudiera repeler los líquidos en lugar de absorberlos. Primero roció unas telas con una capa impermeable, pero se volvían rígidas y difíciles de usar y la película transparente se despegaba con facilidad.

celofán
© Aarnous8817  via Wikimedia Commons

Esto dio pie a la siguiente idea de Brandenberger: al ver con qué facilidad se separaba la capa impermeable transparente de la tela, decidió explorar las posibilidades de esta nueva sustancia. Dedicó los siguientes 12 años a perfeccionar su estructura y consistencia y fabricó una máquina para producir la película. La llamó celofán, una combinación de las palabras celulosa y diáfano (transparente), y dejó para la posteridad una forma totalmente nueva e higiénica de conservar las sobras de la comida para el día siguiente.

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