Val Bavona

Val Bavona, el inhóspito valle petrificado en el tiempo

Val Bavona es uno de los valles más salvajes de los Alpes Suizos. Ubicado en los confines de Tesino, se ha mantenido congelado en el siglo XVI. El valle solo está habitado en el verano y, fiel a sus raíces rústicas, se resiste a la electricidad.

Una estrecha franja de tierra encerrada entre dos muros escarpados. Interminables cascadas que caen por las laderas empinadas, como la de Foroglio, que mide 110 metros, y se multiplican en la época de lluvia. El agua se precipita sobre una pequeña planicie, una serpenteante franja de tierra siempre amenazada por los desprendimientos de rocas. En los lugares donde no se ha derrumbado la montaña, se ven rocas enormes desparramadas por doquier, como si hubieran caído del cielo. A primera vista, esta es una tierra hostil a los humanos. Una segunda mirada tampoco cambia mucho esa impresión. 

Pero no para los habitantes de Val Bavona que han hecho de este lugar su hogar,  agazapados en las laderas de los monolitos circundantes y a la sombra de las grandes rocas, para poder subsistir aun en este entorno. Viven aquí desde tiempos inmemoriales, haciendo raras concesiones a las comodidades de la vida moderna. Pero no demasiadas. Así que no busquen el interruptor de la luz cuando cae la noche: el valle aún no está conectado a la red eléctrica. El ADN salvaje del noroeste de Tesino no está dispuesto a ser domesticado en un futuro próximo.

© Claudio Bader

Desolador e inóspito

"Es rocoso, escarpado y hostil. Pero cuando todas las tierras buenas ya están ocupadas, no hay más opción que buscar en otro lado". Con sus pequeñas gafas redondas y sus rasgos toscos, Flavio Zappa es un testimonio vivo del lugar. Historiador, arqueólogo y medievalista, realizó excavaciones y renovó y mapeó la mayoría de las splüi del valle, las casas características enterradas debajo de las rocas. Zappa nos guía en un recorrido por su mundo, armado con el manual que él mismo escribió.

Si bien la región no se encuentra lejos de Locarno, no coincide con la imagen estereotipada de Tesino. No hay palmeras, paseo costero o viñedos, y hay muy poco sol.   "En invierno, muchos lugares no reciben nada de luz", dice Zappa mientras camina a paso ligero. Val Bavona está rodeado por auténticos muros de piedra y menos del 2% de su superficie es apta para el cultivo. Para preservar estos escasos recursos, el valle adoptó una arquitectura casi cavernícola.

"Ahora hacemos volar con explosivos las rocas que se interponen en el camino. Pero eso no era posible antes, entonces la gente construía sus casas debajo de las rocas, sobre las rocas, en fin, donde podían". El resultado final nos recuerda a un pueblo de piedra de los pitufos. La gente también construía terrazas en las laderas de la montaña para recuperar terreno fértil. De esta manera podían cultivar la tierra entre las rocas o incluso encima de ellas, formando verdaderos jardines colgantes. El ganado también encontró cobijo en refugios cavados debajo de las numerosas rocas. Las peculiares viviendas en las 13 aldeas del valle están coronadas con imponentes monolitos o estrujadas en unos pocos metros cuadrados entre dos rocas.

Une économie pastorale s’est développée dans le val. © Claudio Bader
Une économie pastorale s’est développée dans le val. © Claudio Bader

 

Todo se hacía por un motivo: preservar cada pulgada de terreno fértil. Por eso se construían casas tan altas, los primeros rascacielos, para ocupar menos tierra. El pequeño pueblo de Sonlerto fue enteramente construido en medio de un antiguo desprendimiento de rocas. A pesar de las duras condiciones, el lugar estuvo habitado durante miles de años. "A juzgar por los primeros rastros humanos que se encontraron al pie del Monte Basodino (3.200 metros), el área ya estaba habitada durante la época de Ötzi, el hombre del hielo, hace más de 5.000 años; principalmente eran cazadores y buscadores de cristales", dice Zappa.

El gran éxodo

Val Bavona tiene algunas ventajas: posee abundante agua, bosques, piedras semipreciosas y pasos de montaña de relativamente fácil acceso. El hallazgo de una necrópolis romana en el sur del valle indica que estos antiguos gobernantes de Europa ya frecuentaban la región antes de la era cristiana. Sus sucesores luego desarrollaron una economía pastoril basada en pequeños rebaños de cabras, la fabricación de quesos duros y una agricultura modesta. Durante el invierno, la dieta de la población consistía principalmente en castañas secas. La vida era dura, pero lograban subsistir. 

Hasta que el destino hizo de las suyas.  "En el siglo XVI comenzó la Pequeña Edad de Hielo", explica Zappa. "Los inviernos se volvieron más largos, los veranos más húmedos y las precipitaciones más abundantes". Inmensos deslizamientos arrasaron partes del territorio a una escala sin precedentes, el río se desbordó y las escasas tierras cultivables se vieron anegadas. En ese momento la gente perdió la esperanza y se vio obligada a irse. Desde entonces, el lugar apenas ha cambiado. 

"Los que tuvieron que irse se instalaron en el fondo del valle y solo usaron sus antiguas casas durante el verano", explica Zappa. Al regresar a sus antiguas viviendas en la época estival, los agricultores del valle seguían el principio básico de la trashumancia, si bien en la actualidad solo invierten en sus casas de invierno. "Unido a la ausencia de carreteras hasta mediados del siglo XX, esto hizo que los pueblos conservaran su aspecto primitivo". Habitados solo durante el verano, los pequeños pueblos parecen congelados en el tiempo en sus modestos entornos escarpados y sin electricidad.

Le village de Sabbione, dans le Val Bavona. © Claudio Bader
Pueblo de Sabbione en Val Bavona. © Claudio Bader

 

Este último punto es sistemáticamente objeto de acalorados debates en el valle, con algunos a favor de conectar los pueblos a la red eléctrica. Pero las conversaciones nunca llegan a ningún lado. "En realidad no se lo ve como una gran desventaja", dice Zappa. "La gente está acostumbrada a arreglarse sin electricidad y usan leña y velas. También es una forma de regresar a sus raíces". Sin embargo, el extraño cuadrado azul que se vislumbra entre los techos de piedra muestra que el estilo de vida tradicional del valle puede beneficiarse cada tanto de una ayuda fotovoltaica.

Un patrimonio a proteger

La biodiversidad de Val Bavona, los huertos cultivados en las rocas y el paisaje rural abandonado son todos símbolos de un patrimonio que debe ser protegido. El valle además fue elegido para decorar la tradicional moneda de chocolate de 2020, una iniciativa de las organizaciones sin fines de lucro Patrimonio Suizo (SHS) y Pro Natura.

Artículo originalmente publicado en Le Temps, Boris Busslinger, 19 de agosto de 2019.